El paisaje completamente blanco nos parece sin vida, aunque nos cautiva y atrae poderosamente por el mágico mimetismo que siempre ha existido entre el hombre y la montaña. Aunque el único sonido que escuchamos es el de nuestros pasos sobre la nieve, pronto percibimos que estamos rodeados de vida silvestre, lo que nos anima a profundizar en su conocimiento, efectuando un recorrido invernal por las montañas ibéricas, prestando especial atención a la fauna que aquí vive en unas condiciones tan extremas que ningún hombre sería capaz de aguantar un solo día.